miércoles, 11 de febrero de 2009

"Un concursante de "La vuelta al mundo", expulsado por asesinar a sus padres en 1994" - La Vanguardia.es

No vi el programa, hice tres veces zapping y me pareció una copia mala de Pekín Express (programa que me terminó cansando con el sentimentalismo amarillento e innecesario de las gemelas y las injustas eliminaciones que dependían de la suerte, en vez de hacer suma de tiempos por etapas).

No voy a calificarlo (ya lo hizo su pésima audiencia de un 10,6%, y su "lo elegimos, y lo expulso pero no digo el motivo", aunque para mí estaba todo pactado), sino las reacciones que provoca.

Este hombre, Cyril, fue condenado a tres años por asesinar a sus padres en 1994 en Benijófar, cuando tenía 15 años, diciendo que lo hizo "porque le regañaban, y a veces le pegaban" y, por ese motivo, ayer fue expulsado del concurso.

(Video; Lavanguardia.es - Youtube)

Algo falla en todos los comentarios que he leído. No le tacho de pobre hombre (que no lo es), ni me da pena (que tampoco), ni lo califico radicalmente de asesino (que por sentencia lo es), sólo me remito a los hechos con la base de la causa - efecto, y tirando a lo pedante, me remito al ensayo de Cesare Beccaria de 1764 "De los delitos y las penas".

Es increíble que un hombre de esa época escribiese tal ensayo de referencia,(facilito un enlace muy bueno donde lo resume y nada farragoso):

De los Delitos y las Penas (Beccaria)

Destaco dos pensamientos;

- Primero, la proporción entre el delito y la pena.

- Segundo, que el fin de las penas no es deshacer el delito (en este caso imposible devolver la vida), sino que el que lo cometió, no vuelva a a cometerlo.

El gran problema que para mí no resuelve Cesare Beccaria, ¿cuál es la proporción?, ¿cómo nos aseguramos de que no vuelva a cometerlo?.

(Foto; Monumento a Cesare Beccaria)

Nadie sabe qué se le pasó por la cabeza cuando decidió matar a sus padres, y mucho menos creo que tres años de reformatorio sirvan para asegurarse que este hombre, ni ninguno, pueda volver a matar (todos somos potencialmente asesinos).

De este modo tenemos dos hechos completamente objetivos, Cyril es capaz de asesinar, y ya ha cumplido su condena. Moralmente puedo estar de acuerdo en que es deplorable, a sus padres no les dio la oportunidad por la que él ahora lucha, pero en la pena impuesta no aparece que no pueda ir a programas, ni tener trabajo, pareja, ser feliz, etc... y mucho menos se le condenó a la pena de muerte, por lo que nos guste o no, está en todo su derecho de participar en un programa de televisión, de vivir.

Repito, no voy a decir que me da pena este sujeto, al contrario, me da pena un país que se enerva, que ve bien que lo expulsen, que lo define como un asesino potencial (a mí me han preguntado hoy: ¿lo contratarías?... me mojo, mi respuesta es no),... pero que a la hora de votar no tenemos estos hechos en cuenta, ni a Mari Luz, ni a orgullosos terroristas confesos,... no pedimos unánimamente el endurecimiento de las penas (no hablo de la pena de muerte, sino retomando a Beccaria busco la proporción y asegurarnos de que no va a volver a cometer el mismo delito, y la posterior y consecuente reinserción) sino que seguimos siendo camelados por 400 euros, la supresión ficticia de la presión fiscal, o que nos den 2.000 euros por niño (independientemente del signo del partido).

Para mí Cyril ha cumplido su condena, legalmente, me guste o no, tenía todo el derecho de seguir en el concurso, pero, por otro lado, para cualquier mente con algo de lucidez, su condena no fue proporcional, lo que no nos justifica que no vuelva a cometer delito, y no concebimos como idea abstracta de justicia que, tras haber matado a sus padres, salga en la televisión como si nada hubiera pasado (opino que estaba todo pactado, ya que tras años de programas sensacionalistas no creo en este tipo de errores), todo lo contrario, por mucho que lo pensemos no seremos valientes para pedir la pena de muerte, sino que proclamaremos a los cuatro vientos el ¡qué pena de muchacho!, o ¡la muerte social!. Hipócritas.

Evidentemente, algo falla. Todos fallamos (y encima a mí no me tocan los 400 euros).

¿Será resentimiento?

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