domingo, 18 de enero de 2009

"Política; La gran mentira"


Pese a ser Gobernador, no creo en la política, no se puede creer en nada que se base en poder y dinero.

Todo es una farsa. Los partidos políticos sólo se diferencian en teorías menores para dar una falsa apariencia, pero el fin de todos es el mismo, llegar al poder. Un ejemplo básico, si tienes dos coches iguales, al mismo precio, con los mismos extras tienes que buscar una diferencia, no puedes decirle al comprador, "cómpralo porque me llevo comisión". La política, para mí es lo mismo, pero cambiamos los extras mínimos, no te pueden decir vótame que quiero mandar, hacer dinero y solucionar la vida de familiares y amigos (se ha perdido por completo el trabajo altruista hacia el bien común, eso no se lo cree nadie).

En los partidos políticos actuales, las buenas personas se difuminan en la doctrina del partido, echo muchísimo de menos a personas como Julio Anguita (estaré o no de acuerdo con su ideología, pero admiro su personalidad y rectitud de principios).

Toda esta mentira se basa en la ignorancia del pueblo. Todavía existe la creencia del voto a la derecha, o el voto a los "rojos", pero en este país sólo conozco a una persona que haya pedido el programa electoral de las elecciones, aunque opino que es un documento que no vale de nada, ya que ante la presencia de elecciones ese programa se convierte en una promesa electoral ante el riesgo de perder el poder, con medidas desesperadas, y tengo claro que "las promesas sólo sirven para hacer felices a los estúpidos".

¿Y en qué me baso para estas afirmaciones?... lo tengo bien claro, en el día a día que mira al futuro. Nadie va a venir a fusilarnos, nadie va a repartir España por comunas... pero sí que podemos vernos metidos en guerras, o relegados a un país semi-desarrollado que tiene como fin diplomático dar sin exigir nada, y, otro punto importante es ver evolucionar la sociedad haciéndonos la vida más fácil y segura (protección estatal).

Desde este punto de vista reconozco que las competencias estatales nos pueden quedar lejos y confusas, ya que, como he comentado al principio, todos son muy similares, y entran en temas particulares en busca de sectores de voto (ley del aborto, inmigración, paro, educación,...), pero nunca solucionan nada, nadie es lo suficientemente valiente para dar soluciones definitivas, parchean para permanecer en el poder el mayor tiempo posible independientemente del signo político que sean. Pero cuando el problema es global y latente, todo es silencio (¿alguien los ha escuchado electoralmente hablar de pensiones?).

¿Y en el ámbito local?. Con esta teoría que sigo, es el más importante, porque es donde se han de ver los resultados. ¿Qué más me da que mi alcalde sea del Pp, Psoe, Iu, o Independiente si en mi calle no hay luz mientras donde él/ella vive sobran farolas, si me han robado tres veces en la esquina, mientras él/ella usa un policía local de escolta, si no potencia el negocio local, no da opciones a los jóvenes,....?... No quiero la comuna, ni, por supuesto, fusilamientos, quiero resultados.

Seguramente esté quien esté termine corrompiéndolo el dinero, el poder, pero por lo menos quiero, exijo, ver que mis impuestos están en un badén que evita que los coches corran ante un colegio, en que la policía local no sea escolta de nadie injustificadamente, sino que está en la puerta de colegios e institutos, que el funcionario local trabaja, no alardea de un horario en el que no hace nada (me pone de los nervios), que el poder no se reparte entre un corrillo de enchufados... y que ese poder acepta la crítica y reconoce los errores.

No quiero programas electorales, ni promesas que juegan con la mentira y el olvido generado por el paso del tiempo, lo único que pediría es que la gente fuese consciente del valor de su voto y lo base en la realidad que nos rodea.

No hay que votar mirando hacia atrás, sino siempre pensando en el futuro, tengo claro que la mentira va intrínseca en el poder, y que cuando esa mentira se descubra no me va a temblar el pulso para cambiar el signo el voto.

No me considero ideológicamente nulo, ni mucho menos, estúpido

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